martes, 19 de octubre de 2010

musica y musicos en grecia

Todo lo anterior explica que los griegos prefirieran la músicaArpista egipcia vocal, provista de un texto poético cantado, a la instrumental; una composición que se reduce a la melodía, aunque agradable, podía resultar irracional y empujar al oyente a vuelos sin freno ni control de la fantasía.
La música vinculada a las palabras, por el contrario, implicaba un texto que enunciar y podía conducir a la reflexión sin perder su papel fundamental de educar a los jóvenes. Además la relación entre música y poesía explica por qué el ritmo musical griego estaba vinculado al ritmo del verso.
Se ha señalado con anterioridad que para los griegos existía una única ley, la de la armonía, que tanto regía el ánimo humano como la música; según esta convención, una melodía puede tanto aplacar un espíritu como excitarlo.
Precisamente por este motivo, las melodías de los primeros siglos de la civilización griega se reducían a unas pocas fórmulas fijas (nomoi), cada una de ellas específica para el sentimiento que quería suscitar. Con el paso del tiempo (s.VI a.C.), estas melodías fijas fueron abandonadas de modo progresivo y se adoptaron esquemas bastante menos rígidos, los modos.
Hasta el s. IV la composición musical se reducía a improvisaciones y variaciones según el modelo de los esquemas tradicionales. Las antiguas comoposiciones que han resistido el paso del tiempo son una veintena. Entre ellas cabe destacar un estáismo, es decir un canto coral, de la tragedia Orestes de Eurípides, del s. IV a.C., dos Himnos Délficos, en honor de Apolo, dios de la luz y la belleza, grabados en piedra y datados en los alrededores del 150 a.C., y el Epitafio de Sicilio, grabado en una urna funeraria del s. I d.C.
A partir del s. IV a.C., sobre todo gracias a la obra de Timoteo de Mileto, los músicos comenzaron a componer sus melodías con mayor libertad. Fue el propio Timoteo de Mileto quien modificó profundamente las estructuras musicales introduciendo frecuentes modulaciones y cambios de ritmo, liberando drásticamente la música de la obligación, vigente durante largo tiempo, de repetir melodías y ritmos tradicionales. Esta libertad se hizo cada vez más amplia y difundida a medida que la cultura griega se aproximaba a la época helenística (finales del s. IV a comienzos del s. III en adelante) y, a su vez, a la propia decadencia. En los albores de la época cristiana.

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