lunes, 18 de octubre de 2010

El concepto musical en los griegos

Uno de los aspectos más relevantes de la cultura griega, con las obras de arte, fueron las actividades y las producciones teóricas. Cuando las ciudades-estado griegas alcanzaron una cierta estabilidad política y económica y las secuelas de las guerras se fueron convirtiendo en recuerdos, la sociedad pudo dedicar más tiempo al pensamiento puro y, en consecuencia, a interrogarse sobre la naturaleza de las cosas, el origen del hombre y el universo, así como a elaborar cosmologías globalizadoras.
Estos pensadores fueron los filósofos que, en el ámbito de las propias reflexiones, se preguntaron también sobre de la naturaleza y la finalidad de la música. Muchos escribieron al respecto páginas fundamentales tanto para la cultura griega como para las sucesivas.
Inicialmente, el mundo griego estuvo influido por los antecedentes culturales mesopotámicos -en especial babilónicos- y egipcios; la música era un instrumento necesario para obtener el favor de los dioses y un vlioso aliado de médicos y magos. Entre los ss. VI y V a.C. la música trascendió paulatinamente la esfera estrictamente religiosa y entró a formar parte de la vida cotidiana de la población, y por tanto de su formación cultural. Con Homero, el cantor deja de utilizar su música para realizar sortilegios con lo que dispone de un verdadero repertorio de melodías adaptadas a cada ocasión. Los filósofos pitagóricos dedicaron una especial atención al estudio y a la comprensión de la música e hicieron extensivas a ella las bases de su cosmología; siguiendo el pensamiento del maestro, los seguidores de Pitágoras estaban convencidos de que la totalidad del universo estaba constituido por principios de opuestos, derivados de la oposición par-impar en el ámbito numérico, que son el principio de la realidad. Los contrarios (macho-hembra, luz-tinieblas, bueno-malo, etc.), si quedaban librados a sí mismos, y precisamente por el hecho de ser contrarios, emprenderían una guerra sin fin y acabarían por hacer imposible la existencia de las cosas. Por lo tanto, existe una ley que favorece el equilibrio entre esos elementos: la armonía. La armonía es la regla que gobierna el universo, los elementos naturales y el espíritu humano. El hombre se debate entre el bien y el mal. Lo que le permite optar siempre por lo mejor es, precisamente, la suprema ley de la armonía.
Los pitagóricos contemplaban especialmente el aspecto abstracto y teórico de la música y consideraban en un segundo plano su aspecto práctico. Su concepción tendría enorme influencia en los pensadores posteriores.
El filósofo Platón (ss. V-IV a.C.), por ejemplo, condenó drásticamente la música como fuente de placer irracional y, en cambio, exaltó su estudio teórico, al que consideró apto para educar al hombre y para iluminarlo acerca del significado de la vida y del mundo. También Aristóteles (s. IV a.C.), que no condenó la sensualidad de la música, despreció el aspecto físico de la misma; para él, la labor del instrumentista es un trabajo manual, concreto, totalmente desprovisto de la profundidad de la que, por el contrario, puede ser capaz quien escucha la música y reflexiona sobre ella. En la estela de esta concepción, y durante mucho tiempo (al menos hasta los umbrales del s. XIX), los músicos fueron considerados personas cuyo estado era casi servil.
Sólo con Aristoxeno, ya en el ocaso de la civilización griega clásica (finales del s. IV a.C.), se dedicó a la música una atención de cariz menos filosófico y más específico.

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